Dinar de nadal


Todos los años, el último día de curso del primer trimestre hacemos una comida con los compañeros del instituto. Suele ser el 21 o 22 de diciembre.
Como ejercicio para la asignatura de Tácticas y vinculaciones en la esfera pública, se me ocurrió plantear una acción reivindicativa con los compañeros del centro, para apropiarnos del espacio público que es el instituto. Esta acción la pensé como una forma de introducir una interferencia, una confusión en la comida institucional de navidad.

La idea era que en vez comer en un restaurante, este año realizaríamos la comida de navidad en el instituto: una hoguera en el patio del instituto para asar carne a la brasa (torrà).
Esta pequeña acción tenía como objetivo protestar por los recortes en educación de una manera lúdica. También con este pequeño gesto, se pretendía animar el ambiente del instituto además de pervertir los usos cotidianos de un espacio público transitado por alumnos y profesores pero siempre, dentro del estricto cumplimiento de las normas del Reglamento de Régimen Interno (RRI).  De esta manera se intentaba subvertir la gramatica cultural asociada al instituto.

Para ver si la propuesta tenía o no acceptación entre el colectivo de profesores, se puso una lista para ver la gente que estaría dispuesta a participar. Se sustituía la comida oficial en un restaurante, por una comida al aire libre que consistía en asar carne a la brasa en el patio del centro En una columna se apuntaban los partidarios de la torrà; en la otra los de comer en un restaurante.

Era una propuesta de comida lúdico-reivindicativa ya que se hacía entre todos, aportando una cuota mínima a un fondo común para comprar todo lo necesario: bebidas, carne, patatas, cacahuetes, etc.

Los últimos recortes en educación y el aumento de la ratio (nº de alumnos por aula) hicieron que en julio del pasado curso 2011-2012 perdiéramos 7 profesores. Todos tenían plaza definitiva en el centro y algunos, llevaban más de 8 años en él.

Este hecho suposo que el ambiente cordial del instituto desapareciese. Además se trabaja en peores condiciones ya que hemos pasado de tener 25 alumnos por aula (de 12 a 16 años) a tener hasta 32 alumnos. También este curso nos han aumentado el número de horas lectivas así es que la comunicación entre compañeros es prácticamente inexistente. Se limita a un hola cruzado en mitad del pasillo...

La gente se animó, también porque la comida era una excusa para reivindicar el trabajo en equipo, la implicación de la escuela pública, la cooperación que se necesita para que el trabajo docente funcione.







Una de las primeras cosas que tuvimos que hacer al proponer esta comida reivindicativa fue revisar el Reglament de Règim Intern, RRI, donde se tipifican las normas del centro. 
Vimos que con esta acción, cometíamos alguna de las que se consideran conductas gravemente perjudiciales para la convivencia del centro. Concretamente el artículo 42J: la introducción en el centro de objetos peligrosos o sustancias perjudiciales para la salud y la integridad personal de la comunidad educativa.
Con ésto se prohibía la entrada de alcohol en el centro así como la posibilidad de encender fuego.
Esta acción subvertía la gramática cultural asociada al instituto con el horario reglado, los cambios de clase  y la entrada y salida asociados al timbre, el cumplimiento estricto de las normas...


Decidimos que las normas las reinterpretaríamos a nuestro favor: fuego para asar la carne en las pistas de fútbol, el remolque con la leña en el ágora del  patio y la comida al aire libre con mesas y sillas de la biblioteca. Todo ello regado con vino de la cooperativa de la zona. Una ocupación alegal del espacio público del instituto en toda regla!


Utilizar la comida de navidad era una de las tácticas utilizadas para transformar el uso de un lugar concreto, el instituto, en un espacio reivindicativo. También se usó la táctica de camuflar una reivindicación bajo el manto de lo festivo, de una comida con los compañeros.
Esta propuesta pretendía visualizar públicamente toda la problemática social que ha derivado de los recortes en educación.

Una de las tácticas utilizadas también fue la de participación; camuflar una reivindicación social y educativa como algo festivo. Esta táctica consistió en interactuar con los compañeros del centro, que realmente son personas que no tienen relación con el mundo del arte, para poner de manifiesto una situación que nos afecta a todos los que trabajamos en educación y que en el centro donde trabajo, no se verbaliza habitualmente.

La comida se planteó como un proyecto colaborativo para crear un impacto directo sobre todos los que trabajamos en el centro; era una manera de camuflar una reivindicación social bajo un acto festivo.

Al final, la propuesta de plantear mientras se comía, alternativas a los recortes, acciones reivindicativas para protestar, implicar más al alumnado y a sus famílias en la defensa del sistema público de enseñanza, etc., se quedó en eso, en una propuesta ya que ni tan sólo salió el tema a relucir.

Aunque el proyecto parecía exitoso, las tácticas utilizadas no tuvieron el efecto esperado; primó más el aspecto lúdico que la reivindicación social que era uno de los objetivos.
La conclusión de esta acción fue que los compañeros del centro prefirieron el ambiente festivo antes que una reivindicación seria a favor de la educación pública.
Esto puso de manifiesto que la comunidad educativa donde trabajo tiende a funcionar de manera individual, no es un colectivo que tenga intención de hacer reivindicaciones de manera seria y coherente con la indignación general que se percibe. 

La parte positiva de esta acción reivindicativa: que volvió a crear ambiente de comunidad en un centro educativo que había perdido la ilusión, el compañerismo y el trabajo cooperativo debido a los recortes y a la supresión de buena parte de su plantilla.
Y las que se producirán a finales de este curso 2012-2013...